San Agustín y el Sermón de la Montaña



Hoy iba a escribir sobre mi último descubrimiento discográfico, para que no me digan soy un “grinch” y esas cosas, pero pues no pude, la verdad no pude, después de ver la cantidad de gente que marchó ayer en la Perla Tapadita mi estado pasó de la indignación al horror. Veo como crece y toma fuerza este monstruo milenario que es el fundamentalismo y la intolerancia, la xenofobia, dice una querida amiga que está en la frontera de esto, del fundamentalismo y la xenofobia, que lo que pasa es que uno es el resultado de sus traumas y vivencias, pues si, tiene razón, yo viví en carne propia la discriminación “moral” en una Guadalajara retrograda (más) y moralista (mas) en los 70’s y por eso mismo quiero un mundo mas justo, mas transparente, más igual y sobre todo más amoroso. Lo siguiente lo escribí a principios de agosto cuando compartí una nota de Sanjuana Martínez que daba cuanta de las estupideces del cardenal Norberto Rivera y sus huestes. Bien, aplica para eso y aplica para lo que estamos viviendo. 
Estas cosas me enferman, un grupo de hombres “de Dios” lanzan una sarta de tonterías, sin sustento por ningún lado, obran desde el odio, desde la intolerancia, desde la “moralidad”, olvidan lo más importante que proclamo su fundador y figura central de su fe “Amarás a tu prójimo”. 
Hasta hoy he sido muy medido con mis comentarios sobre política y religión en este, mi muro, porque tuve la enorme fortuna de ser director de una institución que hasta mi salida, era un ejemplo de inclusión. Ya no tengo esa responsabilidad y si, en cambio, hoy siento la responsabilidad de señalar estas contradicciones. 
Lo haré con un fragmento de un libro de San Agustín o Agustín de Hipona para nosotros los laicos o no cristianos, como gusten, se trata del primero libro titulado “SERMÓN DE LA MONTAÑA” Traducido por Carlos Morán, en donde San Agustín expone y explica la primera parte del sermón de Jesucristo en el monte, sermón contenido en el capítulo 5 del evangelio según San Mateo. 
Agustín de Hipona es un padre de la iglesia, uno de mis autores favoritos, se le conoce como el “Doctor de la Gracia” y mucho del pensamiento cristiano se debe a su obra, o sea, no fue cualquier pendejo pues. 

CAPÍTULO XXI 
Amor evangélico también al enemigo 


69. Añade después: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo; pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos. Haced el bien a aquellos que os odian y orad por vuestros perseguidores, a fin de que seáis hijos de vuestro Padre celeste, que hace surgir el sol sobre los buenos y sobre los malos y hace llover sobre justos e injustos. En efecto, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿No hacen esto también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen esto también los paganos? Sed, por tanto, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celeste. Sin este amor, por el que se nos manda amar a los enemigos y a los que nos persiguen, ¿quién puede cumplir lo que hemos dicho anteriormente? La perfección de la misericordia, con la cual se hace mucho bien al alma que sufre, no puede extenderse más allá del amor a los enemigos. Y concluye con estas palabras: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, pero entendiendo que Dios se entienda perfecto como Dios y el alma lo sea como alma. 

La ley del odio era una concesión a la debilidad 


70. Hay ciertamente un grado de progreso en relación con la justicia de los fariseos, propia de la Ley de los fariseos, y esto hay que entenderlo en el hecho de que muchas personas odian a aquellos que les han amado, como sucede con los hijos libertinos que detestan a los padres que refrenan su liviandad. Ha subido un peldaño quien ama al prójimo, si bien es verdad que todavía odia al enemigo. Con el precepto de aquel que vino a cumplir y no a quebrantar le ley, perfeccionará la benevolencia y la generosidad, si la condujere hasta a amar al enemigo. Pero aquel primer grado, aunque ya sea algo, es tan pequeño que puede ser común con los publicanos. Y lo que ha dicho en la Ley: Odiarás a tu enemigo, no se debe considerar como la palabra que ordena al justo, sino una concesión hecha al débil. 


A todos aquellos que están radicalizando sus posturas “defendiendo” los valores, “defendiendo” a sus hijos desde la fe cristiana de cualquier denominación, les pido que recuerden dos cosas; de acuerdo a la doctrina Cristiana, Jesús vino a romper el paradigma judio y religioso trayendo el mensaje del Nuevo Reino, esto quiere decir, que él buscaba romper con las estructuras morales y teológicas hasta entonces aceptadas, muchos de sus hechos y palabras dan cuenta de ello, por lo que, en mi pobre interpretación, citar leyes y mandamientos anteriores a él no sólo es incorrecto, es contradictorio. 
Segundo, el mandamiento y la enseñanza más importante que dio Jesús, fue el amor y el perdón ¿quieren educar “cristianamente” a sus hijos y salvarlos del mal del mundo? Enséñenlos a amar, así de simple, así de grande. 

Buen Domingo. 


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